La unidad de cuidados intensivos pediátricos (UCIP) es un lugar dinámico que proporciona una atención continuada al niño gravemente enfermo. El cuidado del niño crítico implica dificultades adicionales con las que los intensivitas pediátricos nos enfrentamos diariamente como son: edad de los pacientes, el tamaño y la marcada inestabilidad.

La edad del paciente determina la fisiopatología de la enfermedad y conocer los cambios en la misma (permeabilidad del ductus, sentido del cortocircuito en el ductus, cortocircuito a través del foramen oval) nos permite orientar el tratamiento.

El tamaño del paciente condiciona los accesos venosos y arteriales que necesitamos para la monitorización invasiva y el tratamiento eficaz de la patología del enfermo crítico.

El intensivista necesita conocer los cambios en la situación hemodinámica de los pacientes así como monitorizar la respuesta al tratamiento. 

La ecografía a la cabecera del paciente constituye hoy día una herramienta de inestimable valor para:

• Conocer de forma no invasiva e inmediata la fisiopatología de la enfermedad.
• Guiar la canalización venosa y arterial con tasas de éxito cercana al 100 % y morbilidad mínima; evaluar las complicaciones relacionadas con los procedimientos.
• Evaluar en la cabecera del paciente y de forma inmediata la situación del niño en estado crítico y monitorizar la respuesta al tratamiento.